El mes de agosto puede tener algo de inquietante. Para muchas personas, este mes crea “una sensación de malestar, de bajón, de tristeza”.
Caliente y pegajoso, es el verano a toda máquina, asando la mente y el cuerpo de una persona. Las oficinas y los barrios son pueblos fantasmas, ya que la gente se va de vacaciones antes de que empiece el colegio. Sin embargo, los días se acortan y el otoño está en el horizonte.
¿Sientes la depresión de agosto? Es hasta cierto punto normal y tenemos buenas noticias, se puede combatir, puedes controlar esos pensamientos. Podemos darte las claves para comprender lo que te pasa y superarlo.
Para algunos, la tristeza viene de darse cuenta de que la mayor parte del año ya ha quedado atrás.
Si vives en un lugar muy caluroso y húmedo, te ves obligado a permanecer en el interior, y tu exposición a la luz solar natural puede disminuir en comparación con la primavera y el otoño. Las temperaturas extremas pueden llevarnos a permanecer en casa.
Los horarios cambian, especialmente cierto para los padres que intentan planificar actividades y vacaciones cuando el colegio está fuera, o que se apresuran a preparar la vuelta al cole en agosto.
Para muchos adultos, el mes de agosto es un recordatorio de que el verano ya no consiste en momentos de despreocupación en la piscina o la playa. Piensas: “¿Qué es lo que hacía de pequeño pero que ahora no puedo hacer porque estoy trabajando?”.
Durante el verano, te quedas despierto hasta más tarde, sales más durante la semana y tus hábitos alimenticios pueden no ser los ideales, pero aun así tienes que ir a trabajar. Ese patrón de verano desgasta tu cuerpo.
El calor y la humedad pueden desgastarte fisiológicamente. Se tiene la percepción de que el ambiente es castigador y puede que todos los que te rodean parezcan divertirse o irse de vacaciones, mientras que tú estás atrapado en una oficina vacía.
Las redes sociales aumentan la intensidad de la noción de que “todo el mundo lo está pasando bien, excepto yo”… sientes que el tiempo pasa.