Junto con las muertes provocadas por la pandemia, otro drama social que ha sufrido la población ha sido el desempleo. Además, algunas de las personas que han conseguido mantener sus puestos de trabajo han asumido cada vez más responsabilidades, lo que puede provocar que se quemen o que padezcan el también conocido como “síndrome de burnout”. La nueva manera de organizar el trabajo con menos medios, sin menos empleados y con jornadas de trabajo más largas son motivos que pueden redundar en el estrés del trabajador.
Si, además, las responsabilidades que tiene que asumir un empleado no están delimitadas, esto será contraproducente para él al no rendir de la manera que le gustaría, lo que se agudiza aún más en perfiles perfeccionistas. Un entorno de trabajo tóxico, con peleas entre compañeros o con jefes, crea un caldo de cultivo muy pernicioso para nuestra salud mental. Algo a lo que tampoco ayuda la falta capacitación para ciertas tareas o el hecho de lidiar con clientes conflictivos.
Si la necesidad de rendir es elevada, el trabajo pasará a ocupar más tiempo en detrimento de, por el ejemplo, su vida social, ocio o sueño. El burnout, a su vez, puede derivar en problemas con nuestros más allegados. De alguna manera, el trabajador se refugia en su vida laboral, pensando que es lo más importante, aunque le queme, y deja en un segundo lugar otras prioridades justificándose en su exceso de trabajo. El resultado es la soledad y la depresión, por lo que habitualmente en este punto se necesita la ayuda profesional. Si te sientes así, Crescere puede ayudarte a paliar este gran problema.
¿Cómo acabar con el burnout?
Comenzaremos desde lo más elemental. Si te sientes quemado, es esencial que hagas pausas cada hora para desintoxicarte un poco y así afrontar la siguiente hora con más energía y desde otra perspectiva. Una buena postura, estiramientos, hidratación y una alimentación adecuada también pueden contribuir a mejorar tu situación. Así como descansar por la noche las horas necesarias.
Igualmente, el empresario tiene su propia parcela de responsabilidad en todo esto. Por ello, debe escuchar al trabajador e intentar solucionar sus problemas, primeramente, pero, cuando la situación lo requiera, aconsejarle acudir a un psicólogo.
Y es que el empresario tiene la obligación de minimizar el nivel de estrés de sus trabajadores. En este sentido puede, por ejemplo, reducir las exigencias de las tareas, organizar mejor, aclarar qué rol tiene cada empleado, ofrecer su apoyo, dar formación, hacer partícipe a la plantilla en las decisiones de la empresa, ser permisivo con las bajas por enfermedad o realizar cambios en la estructura empresarial.